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Hablar de sexualidad en familia: cómo romper el tabú y animarse

Es importante estimular y fortalecer valores como el respeto, la solidaridad y la inclusión.

Durante años, todo lo que respecta a la sexualidad se consideraba propio de aprendizajes de la pubertad o adolescencia, debido a que el concepto se encontraba fuertemente unido al de genitalidad.

Pero de un tiempo a esta parte, ampliar esa mirada, ha permitido que el mismo se abra a temáticas como el cuidado del propio cuerpo y del otro, la expresión de sentimientos y afectos, el estímulo de los valores relacionados con el amor y la amistad, la reflexión sobre los roles o funciones tradicionalmente atribuidos a hombres y mujeres en diferentes contextos socio históricos, entre otros temas.

También en lo que respecta a estimular y fortalecer valores como el respeto, la solidaridad y la inclusión. Esto es importante ya que impacta de manera directa en la construcción de habilidades y saberes fundamentales para la vida de las personas y la convivencia saludable en sociedad, debido a que las emociones y los sentimientos están presentes en toda interacción humana.

Sexualidad en familia

Por otro lado, es cierto que en nuestra sociedad la sexualidad aún es un tema tabú en muchos aspectos. Resinificar esa sexualidad que aprendimos como tabú, permite hacernos cargo de una sexualidad asociada al placer y al ejercicio de los derechos.

Nuestras experiencias personales, nuestra historia, la forma en que fuimos criados, nuestra identidad de género y nuestra orientación sexual, nos marcan e influyen sobre la manera de abordar cuestiones referidas a la sexualidad.

Por eso, a veces será necesario revisar lo anterior para poder educar de manera más respetuosa e inclusiva. Ese proceso nos habilita a preguntarnos sobre nuestras certezas y creencias, lo cual puede resultar muy enriquecedor.

Al momento de abordar la temática con niños y niñas, es importante tener presente que no se trata de tener “La charla”, sino de estar atentos a alguna pregunta o comentario que de pie a hablar de sexualidad.

Construir espacios donde se sientan cómodos para plantear sus dudas. No hace falta tener todas las respuestas, pero si escuchar todas las preguntas, e invitar a buscar respuestas en conjunto.

Generar una conversación empática y no una charla teórica. Es decir, incluirse en esa conversación con emociones, ideas, aprendizajes. Poder contar experiencias, reflexiones, para construir un espacio cómodo. La empatía resultara fundamental para abordar estos temas. Dedicándoles tiempo y atención, mostrándose abierto y dispuesto a escuchar sin prejuicios.

Se pueden tomar como disparadores elementos de la cotidianeidad como series, películas, noticias o tendencias en redes sociales, temas que resulten de interés de quien escuche y fundamentalmente sean acordes a la edad. Dar información o instrucciones sin contexto, es complicado.

Por otro lado, hablar de sexualidad no es solo hablar de enfermedades y embarazo. El consentimiento, el respeto, el placer, la violencia, el estigma, la discriminación por género, orientación sexual y mandatos frente a los cuerpos, tienen que ser temas igual de importantes.

Poder hablar sobre cuidar el propio cuerpo, respetar la diversidad, valorar la afectividad, prevenir abusos será esencial.

Más allá de estos rasgos generales, podemos determinar ciertas particularidades respecto a lo esperable en las diferentes etapas de las infancias y adolescencias en relación a la sexualidad, estas pueden servir como herramientas para intervenir desde el lugar de adultos.

De 2 a 3 años

En el período de 2 a 3 años las niñas y los niños suelen explorar las partes del cuerpo, incluidos sus genitales, y experimentar distintas sensaciones al hacerlo.

Comienzan a construir su identidad. Suelen querer ver y tocar la materia fecal o manipular materiales que la representan, como masas, barro, etc.

Frente a esto podemos permitir que exploren su cuerpo y fomentar una imagen corporal positiva, con los gestos, las miradas, el sostén, las caricias.

Dar ejemplos respetuosos de contacto personal al vestirlos, sujetarlos, hablarles, corregirlos y jugar.

Enseñar pautas de cuidado, que puedan diferenciar lo que lastima al propio cuerpo y al de los demás, y lo que hace bien. Nombrar adecuadamente las partes del cuerpo y que puedan reconocerlas.

También comenzar a identificar momentos de intimidad y establecer pautas de cuidado personal.

Como recursos, se pueden ofrecer juegos y juguetes diversos y que permitan representar tareas fáciles de imitar: volantes de autos, carritos de compras, juegos de cocina, herramientas, etc. sin distinciones de género.

Leer cuentos que ayuden a conocer las partes del cuerpo. Si se ofrecen materiales que muestran la desnudez, es importante que sea a través de ilustraciones.

También escuchar música, cantar y bailar canciones que incentiven al reconocimiento de las distintas partes del cuerpo.

Durante el cambiado, pedirles permiso antes de comenzar. Esto propiciará un vínculo positivo con el propio cuerpo y el de los otros.

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