Fue uno de los autores más importantes de la literatura argentina, sin embargo su obra no recibió el reconocimiento merecido.
El 26 de junio de 1970 moría Leopoldo Marechal en su departamento porteño de la calle Rivadavia al 2300. No llegaría a ver impresa su última novela: Megafón, o la guerra, que salió al mes siguiente de su fallecimiento. Se fue de este mundo a los 70 años. La voluntad experimental, el humor, la apuesta por la “correlación de lejanías” serían, hasta el fin, motores de su poética. No recibió el reconocimiento merecido, quizás por sus adherencias políticas que no caían bien a las etlites legitimantes de aquél momento, sin embargo, su obra transciende y deja un legado que la convierte en la más original y adelantada de su época.
Nacido el 11 de junio de 1900, vivió sus primeros años en el barrio de Almagro, para mudarse en 1910 a Villa Crespo, geografía que transitarán los personajes de sus novelas. Leopoldo tuvo dos hermanos Hortensia y Alberto. Hijo de un mecánico uruguayo y un ama de casa argentina, estudió las primeras letras en un colegio privado de la calle Díaz Velez, para luego concluir sus estudios primarios en el Mariano Acosta.
Su abuelo paterno era francés, pero su participación en la denominada Comuna de París lo llevó a emigrar al Uruguay. De este abuelo dirá Marechal: “Me dejó como herencia el gusto por la lectura, el fervor revolucionario y el paso corto y rápido de la infantería francesa”.
Su padre murió en 1919 víctima de la gripe española que tuvo el carácter de epidemia, Marechal cuenta que su padre pudo haberse curado si el patrón del aserradero donde trabajaba no lo hubiese obligado a salir de su convalecencia.
Fue poeta precoz: a los doce años escribió los primeros versos y publicó Los aguiluchos con poco más de veinte. Se vinculó a los grupos Proa y Martín Fierro. En 1926, en España, se relacionó con los redactores de La Gaceta Literaria y Revista de Occidente, mientras que en Francia se reunía con los pintores y escultores del llamado grupo de París: Antonio Berni, José Fioravanti y Lino Eneas Spilimbergo, entre otros. En 1928, ya de vuelta a Argentina, pasó a formar parte de la redacción del recién fundado diario El Mundo.
Durante su segundo viaje a Europa, en 1929 (año en que publicó Odas para el hombre y la mujer), Leopoldo Marechal escribió los capítulos iniciales de Adán Buenosayres. Vivió hasta 1931 en París y a su regreso conoció a la que sería su primera esposa, María Zoraida Barreiro, y se reconcilió con la Iglesia católica. Publicó, entre otros, los poemarios Laberinto de amor (1936), dedicado a su primera esposa, Cinco poemas australes (1938), El centauro y Sonetos a Sophia (1940). En Descenso y ascenso del alma por la belleza (1939) dio cuenta de su poética, mientras que su postura estética y filosófica se encuentra en Cuaderno de navegación (1966). Enviudó en 1947 y en 1950 se unió a Elbia Rosbaco, inspiradora y destinataria de sus nuevos poemas.
Adán Buenosayres es a la vez alegoría, autobiografía y novela en clave que tiene como personajes a los exponentes de la vanguardia porteña, entre ellos Jorge Luis Borges. No fue bien recibida por la crítica, que la vio injusta y parcialmente como «una mala copia» del Ulises de James Joyce, y silenció lo esencial: su carácter insólito dentro de la tradición novelística en castellano, y la libertad igualmente inédita en el uso del lenguaje narrativo, aspectos que sólo destacó Julio Cortázar, por entonces un desconocido columnista que la saludó con lucidez y alborozo.
La revista Martín Fierro
De joven estableció relación con gran cantidad de artistas plásticos por sobre los escritores, pues los consideraba más humanos y auténticos, concurría regularmente al taller del escultor José Fioravanti.
Se integró a la redacción de la revista “Proa” de la que formaban parte nada menos que Ricardo Güiraldes y Jorge Luis Borges, entre otros.
Posteriormente junto a un grupo de escritores y pintores decidieron el lanzamiento de la segunda etapa de la revista “Martín Fierro”, sus integrantes se consideraban destinados a establecer una profunda renovación en las letras y el arte, ese será el núcleo central del que se conocerá como el grupo Florida, contrapuesto al grupo Boedo, y estaba integrado entre otros, por Marechal, Güiraldes, Borges, Oliverio Girondo, Macedonio Fernandez, Xul Solar y el pintor uruguayo Figari.
Este grupo frecuentaba la Richmond de la calle Florida y por las noches el sótano de la Royal Keller en la esquina de Corrientes y Esmeralda.
El ocultamiento de su obra
Leopoldo Marechal fue uno de los grandes escritores argentinos, no obstante en torno a él se ha desplegado un interesado silencio que lo llevó a ser un desconocido para muchas generaciones.
Sólo reconocido por estudiosos de las letras y lectores empedernidos, algunas de sus obras resultan de difícil obtención, la consideración sobre su extensa carrera literaria se encuentra alejada de ese «Olimpo» de las letras argentinas que ocupan Jorge Luis Borges, Cortázar y muy pocos escritores más.
Sin embargo, Marechal no fue menos que ellos; solo basta con repasar los galardones que supo conseguir en vida y la muy bien considerada opinión de sus colegas. La diferencia entre este autor y otros excelentes escritores argentinos no fue de calidad, sino que se debió al compromiso que éste asumió con el peronismo. Ésa es la razón casi única que lo desplazó del reconocimiento de los generadores de prestigio. El aparato cultural de la época no podía permitir que un convencido adherente del peronismo fuera reconocido como uno de los mejores escritores, porque de esa forma se derrumbaría la imagen sarmientina que vinculaba a ese movimiento con la “barbarie”. Fue así como se le negó a Marechal la posibilidad de reconocimiento por parte de las generaciones que lo sucedieron.
Homenaje en La Plata
En nuestra ciudad funciona el Taller de Teatro Leído «Leopoldo Marechal» y desde allí sus integrantes compartirán en su página de Facebook fragmentos de la adaptación de «Antígona Vélez», obra de teatro que habían comenzado a ensayar antes de la cuarentena en la biblioteca El Faldón del Centro Cultural Estación Provincial. El trabajo del grupo dirigido por Cristina Demo se puede ver acá:
Por: Nahuel Ortiz