El proyecto se llama «RespirAR». En un desarrollo local de ventiladores artificiales y equipos de protección para médicos. La ANMAT aún debe aprobarlos.
Ante la pandemia por el COVID-19, la Universidad de Buenos Aires (UBA) está diseñando y fabricando insumos y equipamiento médico de bajo costo y rápida disponibilidad.
Cuando se vieron anticipadamente aquí los problemas en Europa por falta de elementos médicos de primera necesidad y sobre todo, de equipos de asistencia respiratoria, el Departamento de Ingeniería Mecánica de la Facultad de Ingeniería, dirigido por Hernán Svoboda, conformó un grupo con docentes e investigadores propios y de otras áreas y dio inicio al proyecto RespirAR UBA.
“Nos estaban pidiendo un respirador mínimo o un respirador de emergencia que se estaba desarrollando en algunos países. Nosotros lo incluimos, pero también entendimos que podíamos hacer otros elementos”, recuerda Svoboda.
El equipo se puso en contacto con el personal del área de terapia intensiva del Hospital de Clínicas, usuarios directos del equipamiento que se pretendía desarrollar, para conocer en detalle qué es lo que se necesitaba y con qué características.

“En la primera reunión con autoridades y personal de ingeniería, se hicieron diferentes propuestas destinadas a desarrollar un prototipo de ventilador artificial, que pudiera mitigar la falta de ventiladores mecánicos en el caso que hubiera una explosión de enfermos”, explica la doctora Célica Irrazábal, jefa de la Sección Terapia Intensiva (STI) del Clínicas.
En ese momento, surgió también la posibilidad de transformar los ventiladores mecánicos que se usan normalmente para una persona, en respiradores que se pudieran compartir entre dos o más pacientes. Este sistema ya se encuentra en una etapa avanzada de desarrollo.
Pero no sería lo único. Al proyecto, se sumó una línea de equipamiento de protección para el personal médico, ya que una de las máximas preocupaciones estaba en el contagio de los profesionales de la salud.
“Gran parte de esa contagiosidad está dada por la dispersión de saliva o secreciones de la vía aérea que, en forma imperceptible puede contaminar al personal, entrando por sus mucosas y/o ojos. Este es el motivo por el cual hicimos énfasis en la necesidad de producir dispositivos destinados a mejorar la protección del personal”, resaltó su temor Irrazábal.
Material de uso médico
En este proyecto, hay desarrollos más simples y más complejos. Los elementos de bioseguridad para protección son los más sencillos y el ventilador mínimo es lo más complejo. Cada uno de los insumos se encuentra en diferentes etapas.
En cuanto al material de uso médico, son los de más fácil producción, por lo tanto, habrá una rápida disponibilidad. Las máscaras protectoras faciales, que se fabrican por impresión 3D, «ya están finalizadas y se trasladaron a etapa de escalado», indican desde la institución.
Hasta el momento, unas 150 máscaras fueron entregadas al Hospital de Clínicas, para que las usen la terapia intensiva y otras zonas del hospital. Además, se están fabricando mascarillas, antiparras y cámaras protectoras, entre otros.
Ventilación no invasiva
Este procedimiento, que no demanda intubar al paciente, incluye diferentes sistemas que también están siendo desarrollados a través de RespirAR, UBA.
Se están fabricando Cascos tipo Helmet, que son una especie de escafandra, que tiene un puerto por el que entra el aire enriquecido por oxígeno y otro puerto por el que el aire cargado de «anhídrido carbónico» sale; máscaras del tipo oronasales (cubren nariz y boca); y totalface, que cubren toda la cara.
Por otro lado, hay otra línea de fabricación que tiene que ver con equipos complementarios, como succionadores de secreciones.
Los equipos más complejos se encuentran en pruebas de validación. Un primer diseño del ventilador mecánico, conocido vulgarmente como respirador artificial, ya está definido y está siendo probado en el Hospital de Clínicas.
Aprobación y certificación
Para completar el proceso de RespirAR UBA, habrá que esperar la aprobación y certificación de los productos por parte de las autoridades competentes, en este caso, de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT).
Dadas las necesidades y el contexto nacional y mundial, el ingeniero Hernán Svoboda confía en que se pueda aprobar excepcionalmente un “uso compasivo” de estos equipamientos, como se hizo en otros países, basados en pruebas menos extensas.
“En el caso de los respiradores comerciales, los requerimientos que el ANMAT tiene son muy amplios y profundos, y está bien que lo sean, pero los plazos que se necesitan para esas validaciones son largos, por lo que no serían realizables en los tiempos que nos impone la pandemia”, concluye.
Fuente: TN
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